sábado, 17 de marzo de 2012

NORTE DEL ALMANZOR 8 Y 9-3-2012

El jueves 8 nos encaminamos por fin Pablo y yo al circo de Gredos con esta clásica ruta en mente. Sabíamos que las condiciones no iban a ser buenas: la cascada no estaría formada, e ibamos a encontrar abundantes tramos de mixto.

A pesar de ello, muy motivados partimos a las 16.30 de Madrid, llegando a la plataforma a las 19.00 donde nos encontramos que estabamos solos, lo que nos alegró bastante: no habría mañana nadie en el circo para recordarnos la civilización de la que tanto cuesta escapar, estaríamos inmersos en la grandeza del circo.

Tras una aproximación muy bella a la luz de la luna por los Barrerones, constatamos que apenas había nieve y que no hacía demasiado frío, aunque la nieve que quedaba estaba muy transformada. Pasamos la noche muy cómodos en la parte libre del refugio, que resultó más acogedora de lo que yo pensaba.

A la mañana siguiente, nos dirigimos sin ninguna prisa al pie de via, saliendo a las 9.20: para la poca nieve que había y lo dura que estaba, iba a dar igual. Llegamos a pie de via ya cerca de las 12, a mi por algún motivo me resultó algo dura la aproximación. En seguida nos dimos cuenta de que el mixto iba a estar por todas partes, lo que lejos de desanimarnos nos motivó.




Tras prepararnos rápidamente, me encargué del primer largo: donde debería haber un corredor a 50-55º de nieve, había un hilillo entrecortado por dos resaltes de roca, el primero relativamente sencillo, y el segundo ya más delicado, exigiendo un par de extraños pasos en roca. Tras superarlos protegiéndolos bien gracias a la abundante roca al descubierto, se llega a la bifurcación de la vía: por la izda. se continúa hacia el diedro esteras, mientras que a la derecha, por un diedro con una pincelada de nieve dura en el fondo y de nuevo varios pasos en roca, se alcanza un murito con dos clavos que marcaban la reunión, que finalmente monto sobre friends.




Pablo recupera rápidamente el largo, y se encarga de la "chicha" de la via: la no-cascada de hielo. Donde debería estar, hay una rara chimenea con un bloque empotrado, de apariencia lavada, desplomada y amenazadora. Viendo el panorama, y tras dudar unos segundos, decide dar el paso por la derecha, sabiendo que la trepada por unos verticales bloques pero con buenos agarres ronda el III+. Tras superar el paso, llega al gran nevero donde avanza rápidamente y pierdo el contacto con él, hasta que los tirones de cuerda me indican que ha montado reunión y me espera.




Afronto el paso en roca con decisión, sorprendiéndome que es bastante vertical aunque se hace bien, eso si "gorileando" un tanto. Al llegar a la segunda reunión, empezamos a pensar que Pablo la ha montado muy arriba: para comprobarlo, remonto hasta el final del nevero, y compruebo que se trata de una brecha en la arista, nada que ver con el corredor que te saca bajo la cumbre. Para remediarlo, emprendo una travesía sin saber muy bien si podré empalmar con dicho corredor que intuimos bastante a la izda.



Unos 20 m sobre nieve escasa y a veces delicada pero nunca dificil, bien protegidos, llevan al corredor donde la dura nieve hace que se suba a placer, hasta un resaltito al pie de una canal de bloques que lleva a la brecha cimera. Monto reunión de nuevo sobre unos cuantos friends que entran por doquier, y Pablo recupera rápido el largo para pasar de forma no muy elegante pero eficaz a la canal de bloques, la cual supera sin seguros dada su facilidad, hasta montar reunión en la antecumbre.

Una vez ambos allí, hacemos cumbre con cuidado en el estrecho bloque que es el punto más alto del Sistema Central, para despues rapelar por la ruta normal. Realizamos rápidamente la travesía por la cara sur, para destrepar cuidadosamente la portilla del cramón, con nieve muy dura. Después de eso, quedan unas dos horas por nieve papa hasta la tienda, que nos resultan un poco agotadoras, pero el calor del refu y una buena cerveza nos recompensan rápidamente por los esfuerzos realizados.

jueves, 15 de marzo de 2012

CONFERENCIA-CACC EN EL OJOS DEL SALADO


Os dejo el cartel de la próxima conferencia del Club, titulada " El Cacc en el volcán más alto de la tierra. Un estudiante de la UAM en la cumbre del Ojos del Salado". Será el Jueves 22 de Marzo a las 13.30 en el aula 201 del módulo 2 en la Facultad de Ciencias. ¡Os esperamos!

viernes, 2 de marzo de 2012

APROVECHANDO EL FRIO INVERNAL:CASCADA DE MOJONAVALLE Y GANDALF



Aprovechando la ola de frio siberiano, pablo y yo nos dirigimos un par de findes a nuestro querido Guadarrama, para pinchar algo de hielo. La primera vez, nos enfrentamos a una cascada de hielo poco conocida situada en Canencia, la de Mojonavalle, supuestamente apta para practicar. La realidad fue que el hielo estalladizo me hizo desistir de enfrentarme a ella de primero, con lo cual Pablo demostrando su buen hacer en hielo abrió y protegió (lo mejor que se podía-glups-) los 30 metros largos de cascada, tras lo cual le seguí, y para que voy a negarlo, pasándolo un poco mal por el hielo y mi poca pericia. En general, cuajamos una buena actividad invernal que nos sirvió para entrenar y para retomar el contacto con nuestra sierra favorita.







El fin de semana siguiente, asumiendo objetivos algo más ambiciosos, nos encaminamos a la pared del Zabala, en Peñalara, con el objetivo de merendarnos el Gandalf, o tubo del Zabala más tradicionalmente, que teníamos entre ceja y ceja hace tiempo. Tras unas cuantas peripecias cramponiles, llegamos bastante tarde al corredor, aunque no había nadie y al estar en sombra se encontraba en "buenas condiciones".

Pongo las comillas porque la poquísima nieve hacía que lo que habitualmente son dos largos de nieve con un resalte de roca en medio no demasiado grande, se habían convertido en un primer largo con un resalte "curioso" y unas placas verglaseadas infames y taquicárdicas con algo de nieve polvo, muchos gancheos en el gneiss de peñalara y casi nada de hielo (me encargué de este largo creyendo que era fácil, je je je), y tras una reunión que tardé en montar por los nervios un poco atacados, un resalte infernal sin nada de hielo sólido donde tirar (que nos las vimos bastante moradas para superar, lo que hicimos de forma algo precaria) que daba paso a mixto y nieve paposa a la salida del segundo largo, que por otra parte no se aseguraba bien desde arriba.


A pesar de todos los problemas y dificultades, estábamos contentos por haber salido por arriba haciendo un corredor que si bien normalmente no es fácil, ahora realmente podía decirse que era incluso difícil (afortunadamente se protege bien). Dejo unas fotillos de ambas actividades (la del Gandalf no es nuestra).

OJOS DEL SALADO-6983 MSNM-EXPEDICIÓN CLUB ANDINO WECHUPUN




El Ojos del Salado es, con 6893 msnm, la segunda montaña más alta de los Andes tras el Aconcagua (del que le separan una cincuentena de metros). Es por tanto la montaña más alta de Chile, y el mayor volcán de la tierra. Entre el 2 y el 11 de diciembre de 2011 tuve la suerte y el honor de participar en la expedición del club andino Wechupun, con el que había estado saliendo por la cordillera en los últimos meses, debido a una baja de última hora.

Era para todos los miembros de la expedición la mayor montaña a la que nos habíamos enfrentado: algunos ni siquiera habíamos coronado antes un seismil. Desde el principio, quedó claro que no iba a ser fácil, ya que disponíamos sólo de 9 días para llegar, aclimatar y ascender el Ojos, por ello los fines de semana anteriores tratamos de entrenarnos y aclimatarnos, sobre todo con la ascensión al Leonera que relato en otro post, en la que me apuné bastante, pero que a la postre me fue extremadamente útil como aclimatación.

Lamentablemente he perdido los diarios que mantuve durante la expedición, pero a pesar de ello recuerdo lo suficiente como para acercaros a todos un poco a esa gran montaña que es el Ojos.
El Ojos del Salado es una cumbre especial: ubicada en el altiplano atacameño, es de una aridez extrema, lo que ocasiona varios problemas a la hora de ascenderla. Los dos mayores son la falta total de agua, que hay que llevar en bidones desde Copiapó, a 4 horas de todoterreno, obligando a acortar bastante las expediciones, y por otra parte la borrasca térmica permanente por las relativamente altas temperaturas diurnas, que hacen que el efecto de la altura sea comparable al de un sietemil en el Himalaya, o eso se dice.

El Ojos es en efecto punero, muy punero. A la gran altura, se une que se asciende en jeep muy rápido, que el ambiente es sequísimo, y que se tiende a beber poco: el tema del agua es especialmente delicado, y originó algunas discusiones en la expedición respecto a las cantidades y consumos diarios por persona. A la puna hay que añadir como principales dificultades el desnivel, y el frío, que requiere a pesar de encontrarnos en una zona desértiica el empleo de muy buen material si se quiere evitar congelaciones.

Como curiosidad, llevamos un teléfono satélite que empleamos durante la expedición para ir enviando noticias, que se publicaban en esta página web especializada:
http://www.expenews.com/es/expeditions/228/dispatches/3219

La expedición se inició, por mi parte, con un viaje nocturno (la noche del día 2) de 12 horas en bus hasta Copiapó, donde el resto de la expedición llegaría en avión. El disponer del tiempo, las ganas de ahorrar y el peso que acarreaba en mochilas y petates me hizo preferir el bus.
una vez allí, nos recogieron los todoterrenos de la empresa Aventurismo (con los que es casi obligatorio negociar a menos que se tenga vehículo propio, ya que tienen la concesión turística del Ojos) y tras realizar algunas compras en el Mall local y pasar a recoger los bidones de 20 L de agua que empleamos en la expedición partimos hacia el retén de carabineros del salar de Maricunga y el campamento Laguna Verde.

Tras 4 horas de jeep por pistas mas o menos en buen estado en medio de alucinantes paisajes de desierto de altura, nos registramos en el retén de carabineros (ojo, no residentes en Chile necesitan permiso especial para ascender el Ojos) y continuamos hasta Laguna Verde por una pista que une Chile y Argentina a través del altiplano.
Cuando uno ve la Laguna verde por primera vez, se queda alucinado de que semejante laguna pueda existir en medio de tal desierto, rodeada de piedras, arenas, y conos volcánicos que superan los 5000 msnm: sus verdes aguas, saladas, muy frias y batidas constantemente por el viento, son de una belleza incomparable en medio de un paisaje que roza el surrealismo.

He hablado del viento: es sin duda otra de las claves de cualquier ascensión altiplánica. Aquí, el viento tiene ritmos propios que respeta religiosamente: en cuanto el sol calienta un poco por la mañana, antes de mediodía se desatan vientos muy fuertes que van in crescendo hasta que se pone el sol, con mayor o menor intensidad según el día, pero que en ocasiones te llenan de arena, en otras te dejan helado, te resecan robándote tu precioso vapor de agua, o directamente te tiran al suelo. Por tanto, el único momento realmente bueno para caminar es la fría madrugada y la mañana, como comprobaríamos repetidas veces.

En Laguna Verde nos instalamos tranquilamente, montando nuestras tiendas en unas pircas, y disponiendo nuestra comida y agua en los domos que la empresa nos prestaba como lugares donde comer y hacer algo de vida social entre nosotros y con otras expediciones, ya que los días de aclimatación sin hacer nada pueden llegar a ser muy aburridos, y poder estar de pie al abrigo del viento con un poco de conversación se agradece muchísimo. Otra utilidad de los domos fue conservar el agua, ya que al ser la temperatura unos pocos grados mayor nos permitió tanto aquí como en otros campamentos superiores conservarla (más o menos) líquida, aunque nuestros problemas tuvimos.


En Laguna Verde es donde la altura en teoría te pega el primer "hachazo", a 4350 msnm, pero nosotros afortunadamente estábamos ya aclimatados, por lo que pasamos una buena noche sin los clásicos dolores de cabeza, eso sí fuimos víctimas como todas las noches a partir de ese momento de la deshidratación. La sensación de levantarse todas las mañanas con algo parecido a una infernal resaca ("caña" para los chilenos) no es muy agradable, afortunadamente la lengua de trapo y el cerebro reseco dejaban de molestar tras desayunar con abundante líquido. Otra opción era beber por la noche cada 2 o 3 horas, para lo que hacía flata un termo (si no el líquido se helaba incluso dentro de las tiendas) lo que a mí me obligó a salir 2 veces por noche a "vaciar el depósito" durante toda la expedición , siendo especialmente desagradable las noches en que la temperatura exterior rondaba los -14ºC o incluso menos.

Otra de los atractivos de Laguna Verde aparte del fabuloso paisaje es la presencia de termas al borde de la laguna, las cuales aprovechamos varias veces, los valientes incluso pasaban de las termas al agua helada de la laguna y vuelta, aunque la mayoría de nosotros nos dedicábamos simplemente a disfrutar del calorciito, eso sí con precaución, sobre todo para los que tenemos la tensión baja, ya que bajón de tensión y mal de altura combinados no son nada recomendables.

El día 4 iniciamos la aclimatación con la ascensión al cercano Mulas Muertas, que tiene 5950 msnm aprox. Aquí fue cuando tomamos realmente conciencia de la altura, que te obliga a moverte muy muy despacio si no quieres ahogarte, hiperventilando todo el rato y sufriendo bastante. Salimos temprano y nos fuimos desgranando durante la subida: cada uno llegó hasta donde su cuerpo le permitió. Personalmente, me detuve en el cordal cimero algo por encima de 5600 msnm: era la primera vez que estaba a tanta altura, y aunque las sensaciones me eran familiares, no quería abusar. Me detuve un rato, cómo no con dolor de cabeza, a beber té del termo y a mirar a mi alrededor, tras lo cual emprendí el descenso con un viento atroz. Sólo dos compañeros por delante de mí llegaron a la cumbre por el laaaaaargo filo: me alegré por ellos, incluso sentí algo de envidia, pero mi cuerpo no daba más en aquel momento, y convenía aclimatar con calma reservando fuerzas. Pasamos la noche de nuevo en Laguna Verde, todos bastante agotados, pero con la sensación de haber hecho bien el trabajo de aclimatación.




Al día siguiente (día 5 de diciembre), quemando las etapas, desmontamos el campamento y ascendimos en jeep hasta Campamento Atacama, a 5300 msnm. Aquí es donde definitivamente la altura deja de ser una broma, como comprobamos en los días venideros. Dolores de cabeza, palpitaciones, apnea del sueño, vómitos son sólo algunas de las "lindezas" que le depara la falta de oxígeno disponible a nuestro organismo, de las que afortunadamente me libré casi totalmente, no sé si por factor genético, o simplemente porque me molesté en beber entre 5 y 6 litros de agua todos los días, aunque no tuviese sed: hidratar, hidratar, hidratar fue nuestra única preocupación, junto con moverse despacio y ahorrar fuerzas. Era bastante frustrante comprobar cómo clavar la tienda, agacharse o simplemente alejarse 2o metros del campamento podían dejarte sin aliento. Aquí es donde se ve una de las principales diferencias con la ascensión del Aconcagua: donde allí se emplean varias semanas (unas 3) en aclimatar y hacer cumbre, aquí no llega a 15 días la mayoría de las veces, por el tema del agua. La consecuencia más normal es un "hachazo" considerable en la mayoría de los casos, que hay que manejar con cuidado.

De nuevo montamos las tiendas en este espectacular paraje ya bajo la sombra del Ojos que nos miraba amenazador, y pasamos la tarde aclimatando, hidratando, y recabando información de otras expediciones. Como es normal en estos caso, oyes de todo: que si pasé mucho frío, que si estos bajaron con dedos negros, que si a este le pareció no tan duro, que si tal otro tuvo una puna salvaje y tuvo que bajarse...lo mejor es escuchar lo justo, quedándose con lo objetivo y los consejos de los guías como mucho, evitando comerse el tarro (aquí hay demasiado tiempo para eso) con todo tipo de opiniones.



De noche, comprobamos que las temperaturas eran ya gélidas, y me di cuenta de que aunque me encontraba bien, iba a tener que tomar alguna aspirina para dormir, lo que se repitió más o menos la mitad de las noches de la expedición.
El día 6 iniciamos los porteos hacia el refugio Tejos, que es un lugar curioso con una historia muy particular que tuve la suerte de descubrir mucho tiempo más tarde en Patagonia, pero que sería material como para un libro entero.
Los 600 metros de desnivel se hicieron largos y duros, sobre todo cargados con equipo y más de 5 litros de agua por cabeza. Afortunadamente arriba había gas y una cocina grande, con lo que se nos facilitó bastante la vida. Una lección aprendida tras esta expedición es que mucho más que la altura o la dificultad técnica, lo que realmente determina la dificultad de una montaña es la "infraestructura" (huella, caminos, agua, refugios, etc.) de la que dispone, como apunta Messner siempre que alguien le pregunta si el oxígeno ayuda mucho o no. Hay otros 6miles mucho más bajos y seguramente mucho más complicados que el Ojos debido a su aislamiento.

El refugio Tejos nos pareció acogedor, incluso encantador. Pasamos allí un rato disfrutando del sitio, aunque no todos pudieron llegar debido a la puna que hacía estragos, y bajamos de nuevo a campamento Atacama. Esa noche y el día 7 los pasaríamos completos descansando, hidratando, aclimatando, y en mi caso pensando y echando de menos a mis seres queridos, escribiendo, y estudiando geología para un examen (sí). Es impresionante el cambio de percepción que le originan a uno estos lugares: tus prioridades pasan a ser otras como beber, comer, dormir, y el resto de tu vida anterior te parece como en un pasado lejano, aunque tal vez sea por culpa de la altura...


El día 8 reascendimos (todos menos uno, la puna continuaba atacando), más ligeros, al refugio Tejos para dormir allí y atacar la cumbre al día siguiente. Hubo que calibrar muy bien la elección de material: en mi caso dejé mis sportiva nepal evo y me armé con unas plásticas dobles viejas que me prestaron unos guardas. Era el único que no llevaba bota doble, y aunque a la postre no se si hubo realmente mucha diferencia, las historias de una expedición alemana con mis botas y dedos helados (tuvieron más frio que nosotros) me hizo tomar esta decisión.
Aunque las temperaturas diurnas no son demasiado bajas (molesta mucho más el viento) de noche y de madrugada son muy frías, así que la protección térmica no es una cosa que se pudiese desdeñar, a pesar de la falta total de nieve en el Ojos debido a la aridez (aunque había preciosos campos de penitentes), y más en condiciones de altura cuando el funcionamiento térmico del organismo es mucho mucho peor.
Tras una cena frugal (no conviene comer demasiado pesado en altura) nos acomodamos en las literas del refugio. Pasé la noche bien y sin frío, aunque por lo que me contaron no dejé de toser en toda la noche, lo que no me preocupó en el momento. En general, dormí mucho mejor de lo que todo el mundo me había anunciado, tanto que se nos pasó la hora y en vez de a las 5 am acabamos saliendo más tarde de las 6.30: demasiado tarde, pero por otra parte venía bien ya que salir pronto implicaba muchas horas de frío antes de que el sol nos calentase. De nuevo, no pudimos salir todos: tres personas, dos por puna, y una por dolor muscular, tuvieron que quedarse lamentablemente en el refugio.

Atacamos las primeras rampas en la oscuridad con -16ºC, por una huella que cruzaba pedreras y penitentes. Me preocupaban los dedos de los pies: a pesar de la bota doble, los tenía al borde de la insensibilidad, y aunque trataba de moverlos todo el rato y seguía caminando, tenía claro que de continuar así tendría que darme la vuelta. Afortunadamente alrededor de las 9 am salió el sol calentándonos algo, con lo que mis dedos quedaron fuera de peligro, y pude concentrarme en lo que nos esperaba: una inmensa pedrera de piedra pómez fina, coronada por un nevero y una travesía a derechas. Ascendimos pesadamente esperándonos unos a otros y contando los pasos, deteniendonos cada 20 o 30 a respirar. La subida se hizo muy larga y pesada, y cuando por fin completamos la travesía estabamos muy cansados, pero motivados por continuar el ascenso hasta el cráter, de nuevo por monótonas pedreras. Debimos alcanzarlo alrededor de las 13 o 14 horas, tras mucho tiempo de sufrido ascenso, en el cual cada uno peleaba paso a paso contra sí mismo y contra la falta de oxígeno en dura batalla interior.



A partir de ese momento, teníamos claro que lo lograríamos: nos encontrábamos muy cansados, entumecidos y al menos yo con la sensación de tener la cabeza en otra parte, aunque sin indicio alguno de puna peligrosa. La travesía del cráter, plana, se nos hizo infame, y más aún la trepada por una canal de bloques hasta la brecha que separa la cumbre argentina de la chilena, que es la más alta. Aquí, unas maromas equipaban una escalada fácil de 10 metros en vertical, y luego una travesía de 10 metros ascendente hacia la derecha. Con el cansacio, la altura, el frío y las botas plásticas la verdad que no era tarea fácil: incluso tirar con los brazos, ejercicio no aeróbico en principo, agotaba, y la roca frágil no daba mucha confianza. A pesar de ello, por una especie de orgullo estúpido decidí tratar de no usar las maromas en ningún momento, tal vez necesitaba probarme a mí mismo que podía hacerlo sin ellas, como así fue, no sin un paso bastante precario sobre una pulida placa en la travesía que era sin duda el punto más delicado de la trepada.

Tras eso, una rota y aérea arista nos dejó en la cumbre sobre las 16 horas, apenas un montón de piedras con un buzón, desde donde se dominaba todo el altiplano y los titánicos conos que lo pueblan, que desde aquí parecían ridículamente pequeños. Veíamos el cráter, y a un compañero que había logrado salir a pesar de todo de Tejos y nos esperaba allí, toda la ruta de subida, y un cielo azul inmenso que coronaba este fabuloso panorama que nos dejaba, literalmente, sin aliento en medio de la tenue atmósfera de la cima. No recuerdo que disfrutase nada la cumbre: me sentía contento y satisfecho dede luego, pero realmente solo quería bajar, olvidar el frío, la sed, y la falta de oxígeno, volver a la seguridad de un refugio, acabar con el sufrimiento de las últimas diez horas, las cuales había vivido en una extraña perspectiva, como en una película, especialmente desde que llegamos al cráter, sin duda por la altura.




Tras la foto de cumbre de rigor, nos preparamos para bajar. Elegí rapelar, porque las maromas estaban en buen estado y desde luego era más facil y rápido que destrepar, aunque la cinta para hacerme el arnés era demasiado corta y me dió problemas, y tuve un pequeño péndulo incontrolado al final del primer rapel que me hizo estrellarme contra la roca afortunadamente sin mayores consecuencias ya que no dejé de apretar la cuerda, que de todas formas estaba fija. Tal vez debí haber usado un prusik o un machard para autoasegurarme, pero el temor a que se atascase, en aquel contexto, me hizo desistir.
La verdad que resulta dificil de transmitir el extraño estado, tal vez similar a una rara borrachera, en el que me encontraba, con el juicio y la percepción bastante alterados. Una vez en el cráter, nos sentimos más a salvo, aunque aún quedaba un largo descenso por delante, el cual el jefe de expedición y yo realizamos casi a la carrera por las pedreras de la pura ansia de bajar, mientras que los otros tres iban detrás nuestro más tranquilos. Tras un descenso rápido (alrededor de dos horas) pero muy agotador (incluso bajando había que parar cada 50 metros a descansar) llegamos a tejos a las 19 horas: 13 horas de ascensión para culminar el volcán mas alto de la tierra.

Sin duda pudimos ir en el conjunto de la ascensión más rápido, pero el espíritu de grupo prevaleció y nos mantuvimos juntos durante todo el ascenso. Al llegar al refugio vacío (el resto habían vuelto a Campamento Atacama), recuerdo cómo lo único que hice fue beber líquido y apenas comí, y mientras el jefe de expedición, algo menos agotado que yo, preparaba algo de comida para los que venían detrás (llegaron dos horas más tarde, preocupándome bastante) yo me metí directamente al saco, extenuado y tiritando, hasta que al cabo de más de una hora me estabilicé y me dormí. Había aguantado el esfuerzo, pero mi organismo estaba devastado: con frío, sin fuerzas y deshidratado, además de hambriento, me desperté la mañana del día 10 de diciembre. Estaba contento por la cima, pero me dolía extrañamente un punto próximo al pulmón (no me preocupé demasiado, aunque fuese un principio de edema, lo que no hubiese sido de extrañar, bajar a nivel del mar lo arreglaría rápido como efectivamente pasó) y sólo quería huir de allí, volver a la relativa comodidad de Campamento Atacama, que ahora mismo parecía un hotel de 5 estrellas.



La bajada fue realmente agónica: hacer la mochila y recoger las cosas del Refugio Tejos nos llevó, literalmente, horas. Cada poco rato nos sentábamos a descansar, extenuados. Los 600 metros de bajada, sorprendentemente, nos llevaron mucho tiempo y hicimos innumerables paradas, al límite de nuestras fuerzas, aunque finalmente llegamos a Campamento Atacama, donde comimos y descansamos en el domo, para después proseguir ya en 4x4 el descenso hasta Laguna Verde, donde nos esperaban con unas cervezas nuestros compañeros que no habían logrado la cumbre.
La celebración fue escasa, y sólo nos permitimos algunos lujos alimenticios que nos habíamos reservado para este momento.
El día 11 fue nuestra despedida del Ojos: desmontamos por última vez el campamento, y 4 horas de jeep nos llevaron a Copiapó, donde nos separamos. A mí me esperaba de nuevo una larga y tediosa noche de bus hasta Santiago.


PD: Mi mas sincero agradecimiento al club Wechupun por permitirme participar en la expedición, y un gran abrazo a todos los miembros de la expedición: chicos, lo hicieron todos fabuloso, los que hicieron cumbre y los que no, todos juntos convertimos esta experiencia en algo que no olvidaremos.