Peñalara Invernal

Hace un par de días, aprovechando la tregua meteorológica, nos fuimos Pablo, Alfredo y yo a hacer unos pinitos por el simpático circo de Peñalara, nuestro monarca del Guadarrama.
El día irrumpió límpido y seco, sin nubes que contrastarán el azul del cielo de montaña. La nieve recién caída entorpecía el paso, pero las ganas de libertad nos empujaban a continuar, aún sin tener un objetivo muy claro.



Llegamos al circo y decidimos darle un pegue al Gandalf, en el contrafuerte del Zabala. Empezamos la ascensión en nieve blanda que permitía la elaboración de buenos escalones y clavar el piolet hasta la hoja. Sin embargo, el Sol empezaba a derretir las partes altas del corredor, que escupía sin cesar pequeños pedazos de hielo, que caían velozmente hacia nosotros.



Aún inmersos en esta situación, seguimos escalando la con tiento e ilusión. Sin embargo, al alcanzar el resalte más complicado de la ascensión la nieve pierde consistencia y se transforma en una especie de salero sobre la roca. Limpio con el piolet buscando algo donde clavar los crampones para avanzar, pero me encuentro con la seca y desnuda roca de Peñalara...todo indica que tendremos que destrepar lo escalado...
Eso hicimos, no sin algo de emoción, pues seguía la lluvia de hielo y la nieve blanda había cedido ante nuestro crampos y piolets. Extremando la precaución logramos llegar a las rampas del comienzo, donde nos sentimos victoriosos, pues habíamos resulto con presteza la situación, lo que nos permitirá volver a intentarlo en otra ocasión.
Para quitarnos el mal sabor de boca decidimo ir a la cascadita del Zabala, así podremos alimentar el mono de pinchar algo de hielo. Al llegar comprobamos que el hielo no estaba en las mejores condiciones, sin embargo, montamos una reunión en los bloques de la parte superior y nos lanzamos a la verticalidad del agua congelada.
Una delicia, los hierros entran de maravilla y aguantan nuestro peso. Ascendemos con la elegancia que determina la escalada en hielo y guardamos en nuestra memoria estos placenteros momentos antes de recoger el tinglado para volver a casa.



Los tres llegamos felices al coche, hemos pasado un bonito día en comunión con la montaña, la nieve y el hielo, además hemos podido realizar alguna entretenida actividad que ha sido ampliamante recompensada con las panorámicas nubosas que nos ofrecía la casi siempre amable Sierra de Guadarrama.